Será un invierno realmente duro para todas las familias en lo que respecta al gasto energético.
En particular, la prolongación de la guerra de Ucrania provoca un aumento considerable del precio del gas metano utilizado para la calefacción que repercute en la economía europea.
De hecho, la mayoría de las familias utilizan sistemas de calefacción alimentados por gas natural, principalmente metano.
Los gobiernos han intentado compensarlo con algunas intervenciones que, sin embargo, solo han reducido parcialmente el problema.
Tenemos que resignarnos: las facturas de este invierno serán mucho más altas.
Sin embargo, los consumidores tienen en su mano medios para poder ahorrar significativamente en su factura de la calefacción.
Deben hacer el esfuerzo de reducir el consumo, principalmente eliminando los despilfarros.
Para ello puede ser de gran ayuda utilizar un sistema de calefacción inteligente que pueda controlar el consumo de una caldera de gas normal y garantizar al mismo tiempo un buen confort climático en nuestro hogar con un menor consumo.
Veamos de qué forma el gas calienta nuestros hogares y cómo se puede controlar el consumo.
Calefacción de gas: qué es y cómo funciona
En la mayoría de los hogares, la calefacción se obtiene a través de una caldera de gas.
Básicamente, la caldera recibe el gas de la red de distribución y lo quema, para alimentar así el calentamiento del agua, que también procede de la red.
Los residuos de esta combustión de gases, los humos, se expulsan a través de una chimenea.
En la cámara de combustión, el gas procedente de la red alimenta una llama que genera calor, que a su vez pasa por un intercambiador donde se separa de los humos.
El calor alimenta dos circuitos principales, el del agua para uso doméstico, para los grifos de la cocina y el baño, y el de las tuberías de la calefacción.
En este último caso, el calor se puede suministrar al ambiente mediante radiadores montados en la pared o a través de tuberías colocadas bajo el suelo.
La orden de encendido procede de una serie de circuladores conectados a los grifos, regulados por una placa colocada en la caldera.
Cuando se abre el agua caliente, o se enciende la calefacción, la placa de la caldera ordena extraer agua de la red de suministro y subir la llama en el interior de la cámara de combustión, alimentada por gas, para calentarla hasta alcanzar la temperatura deseada.
En el momento que se cierra un grifo, la caldera deja de extraer tanto agua como el gas necesario para alimentar su calentamiento.
Pros y contras de la caldera de gas.
Una caldera de gas para calefacción y agua caliente es sin duda la solución más extendida en la mayoría de hogares.
Entre sus ventajas se encuentra la facilidad de instalación, además de la gran fiabilidad que este tipo de sistemas ofrece con el paso del tiempo, que suele tener una vida útil de unos diez años.
Claramente, los modelos más recientes y con una tecnología más avanzada ofrecen un rendimiento superior y un menor consumo de combustible que los modelos más antiguos.
Además, al menos hasta hace un año, el sistema de gas era el sistema de calefacción que utilizaba el combustible más barato, el gas metano.
Además, el coste del mantenimiento de una caldera de gas es bastante reducido, siempre y cuando se preste atención al funcionamiento correcto del dispositivo.
Otra ventaja importante de una caldera de gas es que, si es demasiado vieja y necesita sustituirse por un modelo más moderno y con mejor rendimiento, como una caldera de condensación, permite disfrutar de una serie de ventajas fiscales muy atractivas como el Ecobonus.
Actualmente, el verdadero inconveniente de una caldera de gas, tanto tradicional como de condensación, es el coste del gas metano, que en la actualidad alcanza cifras desorbitadas.
Cómo ahorrar en la calefacción de gas
Cada vez es más necesario reducir el consumo de gas.
Realmente existen pequeñas medidas que cada uno de nosotros podemos poner en práctica y que reducen la cantidad de gas necesaria sin que esto afecte a nuestro bienestar habitacional.
De hecho, se derrocha mucha energía por descuidos que conducen a un uso de la materia prima superior al necesario.
En primer lugar el uso del agua caliente: su temperatura nunca debe superar los 45 °C, y muchas veces se deja abierto el grifo innecesariamente.
Para solucionarlo, se puede pensar, por ejemplo, en pasar menos tiempo en la ducha, o no dejar correr el agua mientras nos cepillamos los dientes.
Pero, obviamente, el mayor gasto de gas se debe a la calefacción.
Aquí sería recomendable bajar un grado la temperatura máxima de nuestro hogar, pasar de 20 °C a 19 °C y evitar dejar el sistema en funcionamiento durante la noche mientras dormimos además de prestar siempre atención al funcionamiento correcto del sistema.
Explicado de forma sencilla, un radiador lleno de aire continuará consumiendo gas sin calentar el ambiente a la temperatura deseada.
También es necesario asegurarse de que las habitaciones estén bien aisladas, revisando también los cerramientos, para evitar corrientes de aire que hagan bajar la temperatura dentro de la vivienda.
Por lo general, un mantenimiento adecuado del sistema de calefacción permite evitar derroches de gas innecesarios y muy costosos.
Por qué convertir nuestro sistema de calefacción de gas en inteligente
Precisamente por todo lo expuesto anteriormente y en caso de que se disponga de una caldera de gas, la mejor solución es confiar en un sistema de calefacción inteligente como el de IRSAP NOW, que entre sus principales características tiene precisamente la de reducir considerablemente el consumo de gas.
En primer lugar, es un sistema multizona, que permite configurar diferentes temperaturas en las distintas habitaciones en función de los hábitos y el uso, para garantizar siempre el mejor bienestar habitacional pero reduciendo mucho los costes.
Es un sistema que puede gestionarse totalmente a distancia y en cualquier momento a través de la aplicación Irsap Now.
Gracias a la aplicación se pueden controlar en cualquier momento dispositivos como el termostato inteligente y las válvulas termostáticas inteligentes, que permiten utilizar la calefacción sin preocuparnos por nada.
Además, con la aplicación se puede consultar en cualquier momento el estado de nuestro sistema de calefacción.
Realmente este sistema ofrece muchas funciones que ayudan a ahorrar en el consumo de gas.
El Modo Eco, en particular, permite que el sistema aprenda de los hábitos de las personas que viven en casa, anticipando un poco el apagado de la calefacción con respecto a la hora programada.
De esta forma la temperatura seguirá siendo la deseada, pero el consumo de gas será inferior.
La función Geofencing, en cambio, permite al sistema saber cuando no hay nadie en casa, haciendo que la calefacción se apague automáticamente, sin necesidad de dar ninguna orden, aunque la programación en ese momento indique lo contrario.
Además, los sensores con los que están equipadas las válvulas termostáticas inteligentes IRSAP NOW y los radiadores eléctricos inteligentes de IRSAP pueden detectar por ejemplo si hay una ventana abierta en una habitación.
En ese caso, la válvula de zona informa al sistema que apaga temporalmente la calefacción únicamente en la habitación donde se ha producido la detección.
De esta forma, el sistema evita que la calefacción funcione innecesariamente y a gran intensidad a causa del notable descenso de temperatura que se produce en la habitación debido a la ventana que se ha quedado abierta, lo que permite ahorrar una gran cantidad de gas.
Atención: una tecnología eficiente puede ayudar a ahorrar mucho
Para terminar, hemos visto cómo las calderas de gas, a pesar de mantener un buen bienestar habitacional, este invierno podrían afectar mucho al bolsillo de todas las familias como consecuencia del aumento del precio del gas natural.
Por lo tanto, es necesario entrar en una nueva lógica de atención a los derroches y al uso del gas, y de qué manera mejor que con la ayuda de un sistema de calefacción inteligente, que ayude a conseguir un gran ahorro en el uso de las materias primas y mantener el consumo controlado.