Un apartamento de 160 m² en el barrio de La Guindalera, en Madrid, fue completamente reformado para satisfacer las necesidades de una pareja urbana. Las prioridades del proyecto eran crear una gran área de estar diáfana con zonas de convivencia en la cocina, el comedor y el salón. También deseaban un estudio, un dormitorio de invitados y un cuarto de baño. Finalmente, querían un espacio privado, de tipo spa, para relajarse, con un vestidor y un baño equipado con bañera independiente y ducha.

La distribución original era la típica de los pisos madrileños de los años sesenta: dividida en varias habitaciones, con un largo pasillo y una entrada de servicio que conectaba con la cocina, la cual estaba separada del salón y el comedor. Además, el piso no contaba con elementos decorativos que merecieran la pena conservar.

Durante la reforma, los espacios privados se ubicaron a los lados del apartamento, dejando un amplio espacio central para la zona social. Esto permite la entrada de luz natural por las ventanas de la fachada principal, mejorando tanto la iluminación como la ventilación natural.

Aunque el apartamento tiene una gran terraza, los propietarios, apasionados de las plantas, querían crear un jardín o patio interior. La idea era situar este espacio verde en un rincón visible desde cualquier punto de la zona común, convirtiéndolo en un punto focal destacado de la vivienda.

El acceso al espacio privado principal se realiza a través de una puerta enrasada, revestida con paneles de roble que cubren la pared del comedor y el vestíbulo. Esta puerta da paso al vestidor, que se encuentra en el centro de la zona de descanso, con el baño a un lado y el dormitorio al otro. El dormitorio puede cerrarse con puertas correderas de cristal estriado, permitiendo que la luz natural ilumine el vestidor incluso cuando la puerta del dormitorio está cerrada.

El estudio está parcialmente retranqueado, pero abierto. Se puede cerrar con una cortina color crudo de la marca VESCOM, que ofrece propiedades acústicas para reducir el ruido y permite separar visualmente el espacio, creando un ambiente más íntimo en el comedor.

Entre el salón y el comedor, se dejó la estructura de hormigón a la vista para aportar un toque de estilo industrial. En esa línea, se eligieron acabados sobrios y robustos, como las baldosas de Ceppo di Gre, una piedra natural de color gris azulado que añade elegancia al espacio, los paneles gris oscuro y la textura envolvente de la arcilla natural en las paredes. La arcilla natural también contribuye a regular la humedad y la temperatura del apartamento, que cuenta con calefacción central.

A continuación del salón, la cocina es la estancia que recibe más luz natural, y es el corazón y la zona más interactiva de la casa. Destacan la isla central y el área de estar con una mesa redonda que también sirve como cómodo espacio de trabajo. La ventana de este acogedor rincón ofrece las mejores vistas al entorno y recibe los primeros rayos del sol de la mañana.

El mobiliario se adaptó a las necesidades de los propietarios. Por ejemplo, las estanterías se diseñaron para exponer sus discos, ya que ambos son amantes de la música. Para completar el diseño interior y la estética de la casa, el mobiliario es de roble, y la mesa de comedor está hecha de roble macizo teñido.