En un edificio de principios del siglo XX situado en el corazón del barrio de Crocetta, un apartamento de 160 metros cuadrados de planta regular y techos altos se ha transformado en un nuevo espacio que combina funcionalidad y diseño para una familia joven.
Desde el punto de vista funcional, la intervención ha cambiado por completo la distribución de la vivienda. Gracias a la apertura de una nueva entrada mediante una puerta de bolsillo y a la contracción de los antiguos espacios de distribución, fue posible maximizar el espacio disponible para satisfacer las nuevas necesidades del cliente.
El elemento clave de esta transformación fue la apertura de los espacios. Se eliminaron los tabiques de la zona de estar y se reabrieron los antiguos pasillos que antes dividían las paredes principales. Esto permitió replantear por completo el espacio habitable, dividiéndolo en tres zonas distintas, claramente delimitadas por los importantes tabiques de mampostería que actúan como diafragmas.
Una parte más reservada se destinó al dormitorio doble, con vestíbulo, cuarto de baño y lavadero. Luego está la zona de los niños, compuesta por dos dormitorios con un cuarto de baño para invitados y un nuevo vestíbulo. Por último, la parte más utilizada de la casa: la zona de estar, formada por la cocina con isla y el salón, separados por un elemento arquitectónico de color oscuro y a toda altura que incorpora los armarios de la cocina y el comedor a ambos lados. El telón de fondo así creado marca y separa las funciones de la cocina y la sala de estar, manteniéndolas al mismo tiempo en un mismo entorno.
Del mismo modo, la transición entre el comedor y la sala de estar está marcada por un cambio en el suelo, que pasa de los tonos cálidos de la madera a una resina blanca, clara y elegante. Este último refleja la luz natural que entra por el gran ventanal e inunda el salón, añadiendo sensación de luminosidad y amplitud.
Al mismo tiempo, el suelo blanco actúa como un lienzo neutro sobre el que destacan con elegancia los muebles, como el sofá de doble cara y la librería de roble, que aportan calidez y color a la estancia.