El inmueble está situado en la última planta de un edificio en la zona de los Jardines de Viveros de Valencia. El proyecto global de reforma parte de una planta rectangular con aberturas a ambos lados de la fachada del edificio que proporcionan iluminación y ventilación cruzada. El espacio interior se ha reformulado a partir de los elementos de comunicación vertical. La casa tiene dos entradas, una de las cuales es la principal, con ascensor. Aquí se creó una estructura de madera con iluminación superior que da mayor protagonismo a la zona de estar. El corazón de la casa está en el salón, que se ha convertido en un gran espacio que conecta todas las demás estancias a su alrededor. El proyecto se basa en el tratamiento de dos zonas totalmente independientes: la zona de estar y la zona de dormir. La diferenciación de estas dos zonas surge de la necesidad de tener más intimidad en una y menos en la otra. El salón da acceso a la zona de estudio por un lado y al comedor por el otro. El núcleo de madera, construido en el centro del salón, da acceso a la zona de dormitorio. En cuanto al diseño interior, el estudio de arquitectura creó un espacio interior a medida para el cliente, que optó por un suelo de madera de roble natural. La elección del mobiliario también fue personalizada por el cliente, que optó por tonos grises, negros y blancos, colores que conviven en perfecta armonía dotando al espacio de un carácter único y personal. La cocina es un elemento fundamental de la casa aportando un equilibrio entre dos colores neutros, el blanco y el negro. La iluminación lineal dota al espacio de un gran interés, resaltándolo e introduciendo implícitamente la sensación de un recorrido alrededor de la isla de madera. En la zona de noche y el cuarto de baño se repiten los mismos tonos de gris y blanco con suelos de roble.